No sé nada del amor. Quizá algunas cosas. Tampoco sé cómo definir la felicidad; aunque diría que huele a tierra mojada, que sabe a cerveza y puesta de sol, que suena igual que la carcajada de un niño y que una buena canción. Diría que se siente al ver sonreír a alguien que quieres, e intuyo que debe parecerse a lo que siente quien se duerme sin despertador, sabiendo que esconde bajo la almohada recuerdos cumplidos de tanto soñar.
No sé cuál de todos los poemas o libros que se hayan escrito sobre el amor o sobre cómo alcanzar la felicidad se acercará mas a lo que realmente sea pero; ¿Qué mas da?, ¿Porqué hay que ponerle palabras a todo?
Creo que la felicidad se resume en cada uno de los momentos de vida que Dios nos regala y que cargan nuestra alma de luz para poder seguir. Y si de algo estoy segura, es que siempre será más feliz el que opte siempre por amar.
No sé si sé algo sobre el amor, quizá algunas cosas, pero África las conocía todas. Sin quererlo, me enseñó que el amor es el secreto que mantiene al mundo dando vueltas. Que el amor es siempre el norte al que todos nos dirigimos, estemos donde estemos y aún cuando no sabemos ni por dónde empezar a caminar. Que es el querer querer y el desear que te quieran como se Te quiso en un principio.
Que el amor no distingue las razas, no sabe de países, de culturas, de idiomas ni de tradiciones; que no le importa el color de la piel, la edad, las creencias, ni mucho menos las imposiciones, obligaciones y reglas.
Resulta que el amor entiende de sonrisas, de miradas cómplices, de manos que se entrelazan, de abrazos que sanan y de palabras que son abrazos. Que el amor grita lo que el corazón anhela y susurra lo que el alma esconde. Que también entiende de caos, de verdad, de pureza, de fragilidad y de apreciar la belleza. Allí el amor es correr, bailar, saltar, soñar… es ser y sentirse libre sabiendo que la libertad siempre será un bien al servicio del amor; por mucho que quieran hacernos creer lo contrario.
No sé qué sé, pero sé que el amor es cada una de las veces que sentí la caricia de Dios en una ráfaga de viento y la piel erizada al ver Su creación en acción y mas viva que nunca. Que sentí el Amor al Verle en el ocaso, en el rugir de un león y en los azules del agua. Que el amor construye un hogar y que el hogar te lo da una familia. Y, ¿Sabes qué? Que en cada rincón de cada trocito de la tierra, te espera la Suya.
Yo no sé nada del amor, igual un poco de todo y en el fondo mucho de nada; pero África me enseñó que todo sobre lo que entiende el amor, es todo lo que nos hace verdaderamente felices.
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